martes, 19 de julio de 2016

HORAS EN UNA BIBLIOTECA, Virginia Woolf




Horas en una biblioteca
Virginia Woolf
Traducción de Miguel Martínez-Lage
Seix Barral
Barcelona, 2016




           Virginia Woolf (Londres, 1882 - Lewes, 1941) fue novelista, ensayista, escritora de cartas, editora, feminista y cuentista, considerada una de las más destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX. Durante el periodo de entreguerras, fue una personalidad significativa en la sociedad literaria de Londres y miembro del grupo de Bloomsbury. Sus obras más famosas incluyen las novelas La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931), y su ensayo Una habitación propia (1929). Fue redescubierta en la década de 1970 gracias a este ensayo, uno de los textos más citados del movimiento feminista, que expone las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.

           En Horas en una biblioteca está muy presente el pasado literario como sinónimo de tradición, de saber, de base si pretendemos adentrarnos en los textos más contemporáneos. No podemos comprender estos últimos si no somos conscientes de los pasos previos y no podremos tampoco innovar si lo deseamos.

           Como suele ser habitual en las obras de Woolf, y en su vida personal, el papel de la mujer es muy importante o, más bien, lo que quiere es que la muejr consiga tener un lugar en la sociedad igual que lo tienen los hombres. "las heroínas más afamadas del siglo XIX representan lo que los hombres desean en las mujeres, pero no necesariamente lo que las mujeres son". No se puede mostrar mejor la situación social y, en este caso, literaria que vive la mujer. A pesar de haber avanzado hacia esa igualdad que nuestra escritora desea, aún se ve cómo las palabras y testimonios de las mujeres se utilizan para hablar del sexo masculino.

           Una prosa fácilmente comprensible, a caballo entre el lenguaje periodístico y el literario, compone los textos que integran Horas en una biblioteca en los que la autora también se atreve con personajes como el filósofo y escritor Henry David Thoreau o la poeta Christina Rossetti. Las líneas sobre ésta última repasan su biografía y su obra en un texto en el que Woolf se dirige a la autora de El mercado de los duendes sin ocultar la admiración que siente por ella. "Nada blando, nada ocioso, nada irrelevante estorbaba en tus páginas. Dicho en una palabra, eras una artista", le dice Virginia a su compatriota y fuente de inspiración antes de añadir que "algunos d elos poemas que escribiste en tu cuartito guardarán una perfecta simetría".

           En esta recopilación de ensayos, la escritora londinense trata también episodios cotidianos a partir de los que reflexiona sobre cuestiones existenciales que dejan entrever cierta vocación filosófica en la autora de La señora Dalloway. Prueba de ello es cómo reflexiona sobre la muerte en un relato protagonizado por una polilla: "Así como la vida había sido algo extraño momentos antes, ahora la muerte no era menos extraña. Tras enderezarse la polilla, ahora yacía con toda decencia, compuesta, sin queja".

           Unidades, las cualidades y la inteligencia de la que hablan Eliot y Borges le permitieron a la escritora londinense ser una especie de Larra a la británica que analizaba de forma única y muy personal la realidad que le rodeaba.

           Más que demostrada queda la brillantez de la pluma ensayística de Virginia Woolf por la vigencia que, tres cuartos de siglo después de su muerte, mantienen los textos recopilados en Horas en una biblioteca.

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